Señor Cautivo de Torreblanca
JOSÉ ANTONIO RODRÍGUEZ. Las horas vividas desde que se suspende el Vía Crucis con pasos y se confirma la negativa a la Hermandad de Torreblanca han sido de las más tensas vividas en el Consejo en todo el proceso que ha conllevado la organización del Vía Crucis.Conocido es que el hermano mayor de Torreblanca, Luis Miguel González, ofreció el misterio de su hermandad para presidir el Vía Crucis en el caso de que se produjera la previsible suspensión de los pasos. Pero, en un principio, el conjunto de los otros trece hermanos mayores abortaron esa posibilidad.
Pero no estaba todo perdido. El Delegado Diocesano de Hermandades, Manuel Soria, en principio, vió conveniente aceptar el ofrecimiento de Torreblanca y solicitó iniciar una segunda ronda de contactos con los hermanos mayores - que ya se habían ido a deliberar la salida o no de sus cofradías con las respectivas juntas de gobierno-. Los delegados de día trataban de obtener el “si” de cada una de las cofradías para que se pudiera llevar a cabo la participación de Torreblanca.
En esa ronda, la mayoría de los hermanos mayores seguían manteniendo la opinión de no llevarse a cabo el plan de Torreblanca pero, al tiempo, fueron manifestando que no se iban a oponer. “¿Quién soy yo para negarle a Torreblanca nada?”, decía algún hermano mayor.
Acalorada reunión
En mitad de aquellas horas de incertidumbre, la reunión de la junta superior con el delegado Manuel Soria fue de lo más acalorada. El Consejo no se sentía competente para autorizar o no la participación, en solitario, de Torreblanca. Por su parte, el Delegado Diocesano, Manuel Soria, pedía que la última palabra la tuviera siempre el equipo de Bourrelier a los que, para eso, se les había encargado la organización del Vía Crucis.
La patata caliente se la pasaba el Consejo al Delegado Diocesano y en este rebotaba para volver al Consejo. Fue el hermano mayor del Cachorro, Marco Talavera, el que en esa ronda de llamadas que hicieron los consejeros para buscar apoyos al plan Torreblanca dijo lo siguiente: “El que debe decidir esta salida no es el Consejo sino el Arzobispo”.
Que decida el Arzobispo
Fue entonces cuando Carlos Bourrelier y Manuel Soria salieron desde San Gregorio camino del Palacio Arzobispal para conocer la opinión del Arzobispo. Bourrelier asegura que su visita se limitaba a comunicar la suspensión de los pasos en el Vía Crucis. Pero Soria acudía con ánimos de que el Arzobispo se pronunciara al respecto de la participación de la cofradía de Vísperas.
Mientras esto sucedía en el Palacio Arzobispal, a Santa Marina llegaba la euforia. Se empezaba a preparar el reparto de los cirios porque la cofradía se iba a la Catedral. Al menos, ese es el optimismo que se le transmitió a su hermano mayor.
Mientras, en Palacio, la conversación entre Manuel Soria y Asenjo concluía con la reflexión del Arzobispo: “El Vía Cruis se le ha encargado a las hermandades y las hermandades tienen a su propio delegado diocesano, de modo que decida él”.
De nuevo, la patata caliente rebotó hacia Manuel Soria que, tras ver la compleja tesitura en la que le habían colocado, optó por no autorizar la salida de Torreblanca.
Posiblemente, viendo que sobre él iba a recaer toda la responsabilidad, antes que autorizar la controvertida procesión de Torreblanca, se decantó por no arriesgar y remitió al Consejo al acuerdo pactado por los hermanos mayores hacía meses. Es decir, ejecutar el Plan B, consistente en celebrar el Vía Crucis sin pasos en el supuesto que una sola hermandad se negara a salir.
WhatsApp enviado por el Delegado Diocesano de Hermandades,Manuel Soria
Y en Santa Marina…
Así las cosas, a Torreblanca le rompieron las ilusiones cuando desde el propio Consejo se les había dicho que todo estaba, prácticamente, hecho.Lo que vino después, todos lo sabemos. Torreblanca no se quiso “ir de vacío” como aseguró su hermano mayor y sacó el paso a la calle para contentar a los seis autobuses de vecinos que habían venido desde el lejano barrio.
Allí estaban el Delegado de Vísperas, José Manuel Rodríguez, y el Vicepresidente, Manuel Nieto. La presencia del primero se entiende. En el caso del Vicepresidente, con vara y medalla del Consejo al cuello, es algo que el propio Bourrelier ha admitido como “un error”. La imagen del Consejo respaldando un acto prohibido desde las instancias superiores no era algo higiénico para la institución.
Cuando las redes sociales, desde el caos producido por la confusión, echaban fuego a diestro y siniestro, Manuel Soria optó por dar una explicación, al menos, a algunos de sus contactos de WhatsApp en el cual se atribuía la decisión de no permitir a Torreblanca llegar a la Catedral.
Dicen que anda enfadado el Delegado Diocesano y que va a apercibir verbalmente al hermano mayor de Torreblanca, que esta semana ha amagado con dimitir. Parece que no habrá sanción. Eso, quizás, hubiera sido demasiado.